Un camino, por largo que sea, se recorre paso a paso. Y todos cuentan, no sólo las batallas a campo abierto y los asaltos a trincheras imposibles. Unas y otros llegarán y el Real Madrid parece anhelarlos desde ahora, desde septiembre, época sin embargo de partidos jugados con la red de la liguilla o simplemente ante equipos que ya tienen su premio: comparecer, salir en la foto, escuchar el himno de la Champions e intercambiar camisetas.
El Real Madrid tiene otros objetivos, pero esos pasan por salvar indemne estas pequeñas escaramuzas. El equipo de Pellegrini mandó un mensaje de más pegada que fútbol, suficiente por ahora porque la maquinaría se engrasa mejor entre sonrisas y buenas noticias. Tiempo queda para pensar en vengar las afrentas del último lustro y avanzar de los pasos a las zancadas hasta esprintar, en el futuro pluscuamperfecto que sueñan los madridistas, hacia la final del 22 de mayo en el Santiago Bernabéu.
Para ese camino Pellegrini cuenta con un calzado sin duda lujoso y su objetivo es hacerlo resistente con ese material mágico que son las rotaciones bien hechas. Cinco cambios con respecto al equipo de Cornellá y un esquema otra vez más inclinado al 4-2-4 que al 4-3-3 con la perdida de fútbol y ganancia de pegada. Volvió, tuvo minutos Drenthe y se cumplió la lógica de que jugaron los que no lo hicieron el Liga: Lass, Raúl y Cristiano. No hay duda de que el Real Madrid cambia según nombres y disposición, pero no es día para conclusiones una visita relativamente cómoda a un estadio con más olor a atletismo que a fútbol y a un rival muy menor que sustituye al Grasshoppers como clásico convidado de piedra de estas liguillas.
El partido, en definitiva, no valió para cambiar demasiado las primeras lecturas que enseña este nuevo Real Madrid. En todo caso resultó algo contradictorio. Hubo minutos plomizos, otros de control exquisito, algunos de brillo para sacar lustres a las crónicas y un ataque de abulia en la segunda parte que estropeó en buena medida la imagen global del equipo. Se comprobaron simplemente cosas que ya se sabían, tanto que el Real Madrid es un martillo cerca del área como que le falta un hervor que significa en realidad que le faltan partidos para cuajar definitivamente. Todo lo primero se vio en una primera parte de goles y detalles a ritmo de control casi rutinario, mientras que lo segundo quedó en evidencia en la segunda, en la que descubrimos el más imprevisto de los guiones: el Zurich, zarandeado antes de pasar por vestuarios, aceptó la invitación del Real Madrid y se metió en el partido. El equipo blanco no pasó después excesivos apuros pero tampoco demostró temple para volver a poner todas las piezas bajo control, igual que propició con lagunas de concentración dos impensables goles de los suizos, el primero una anécdota tras un penalti de Casillas que no fue, el segundo un síntoma preocupante porque llegó en un remate a balón parado, suerte del juego que el Real Madrid sigue sin defender bien. Así llegaron las únicas ocasiones de los suizos y así llegó el tanto que nos descubrió un partido vivo y coleando cuando nos habíamos apresurado a aplicarle la extremaunción tras el gol de Higuaín el filo del descanso, prácticamente tras el primero poco más de un cuarto de hora antes.
Pegada de Champions
En la primera parte el Real Madrid dio la enésima demostración, cada año hay un puñado de ellas, de que en esta primera liguilla hay un primer mundo, un segundo e incluso un tercero, morada de equipos como este Zurich que, sin embargo, se presentó con una sorprendente determinación. Se mostró agresivo, rascó cada balón con un puñado de entradas excesivas y tocó el balón con cierto sentido mientras tuvo fuelle, aire y espíritu. El Real Madrid, mientras, vio pasar los minutos de excitación de su rival sin torcer el gesto, haciéndose poco a poco con el balón, sobándolo hasta devolver el agua a su cauce y aprovechando después sus ocasiones a ritmo de puñetazos en el mentón: Cristiano Ronaldo marcó su primer gol de falta con su nueva camiseta, Raúl remachó un toque mordido de Higuaín y el propio delantero argentino cerró la primera parte con un buen detalle personal: auto pase y buen remate.
Entre golpe y golpe, se demostró que el equipo acumula demasiados hombres en ataque y nutre menos el centro del campo con su esquema de cuatro delanteros. Hubo rondos interminables y atascos al borde del área cuando el juego no se abría a las bandas. En lo positivo, Xabi Alonso demostró jerarquía incluso con menos socios alrededor, Higuaín estuvo más suelto que ante el Espanyol y demostró que le va bien el juego de cambio de posiciones y roles que gusta a Pellegrini de tres cuartos de campo en adelante, y las estrellas, Cristiano y Kaká, dejaron detalles de categoría. El portugués con quiebros y toques eléctricos, el brasileño con su excelsa habilidad para crear fútbol de seda en cuanto el balón llega a sus pies, letal en caída hacia la izquierda para asistir a los rematadores que esperan en el área.
Un susto innecesario
En la segunda parte, en la que se esperaba que el Madrid ampliara la goleada casi silbando, se vivió una película distinta, inesperada y con un toque de suspense que por suerte no alcanzó para thriller. En el debe del Real Madrid queda que perdió tensión y se hizo un equipo más largo y menos solidario hasta caer en una especie de intercambio de golpes que en realidad apenas llegaban a arañazos. Las malas noticias asomaron con la lesión de Xabi Alonso, que dio paso a los peores minutos del Real Madrid, con Gago en el campo y los suizos volviendo al partido y propiciando unos minutos en lo que se perdió la vibración de partido amistoso que se había percibido al comenzar la segunda parte.
No llegó a mayores y el Real Madrid, tras una fase con menos control y pausa de las que se deberían suponer, cerró el partido con un golazo de vaselina de Guti tras otro lanzamiento de falta de Cristiano Ronaldo. Leoni, que ayudó en el primero, falló estrepitosamente en este cuarto gol. Fin de la historia y objetivo cumplido con más gol que fútbol. Primer paso, pequeño pero necesario, en busca de la redención en Europa. Queda trabajo por hacer y por eso no debe el Real Madrid obsesionarse con adelantar con adelantar relojes y quemar páginas del calendario. En el Letzigrun vio cuales son, todavía en septiembre, sus carencias y sus enormes virtudes, las que debe potenciar y las que, en cualquier caso, le sobran para ganar al corajudo pero extremadamente débil Zurich..
Fuente:AS.com
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